El episodio tuvo lugar pocos días después de que Pyongyang advirtiera a la nueva administración de Washington que se “abstenga de causar problemas si quiere dormir en paz durante los próximos cuatro años”.
Corea del Norte disparó el fin de semana pasado múltiples misiles de corto alcance, en lo que representa el primer desafío directo a la administración de Joe Biden en Estados Unidos. El hecho tuvo lugar pocos días después de que Pyongyang amenazara verbalmente a Washington por seguir adelante con ejercicios militares conjuntos con Corea del Sur.
Así lo confirmaron fuentes familiarizadas con el episodio al diario estadounidense The Washington Post. Semanas atrás, agencias de inteligencia vinculadas al departamento de Defensa habían advertido que Corea del Norte podía llevar a cabo acciones de esta naturaleza. y días atrás, la hermana de Kim dijo que si la administración de Biden “quiere dormir en paz durante los próximos cuatro años, es mejor que se abstenga de causar problemas”.
El hecho fue confirmado oficialmente por el gobierno de Biden horas después. En diálogo con la prensa, funcionarios de alto rango dijeron que la prueba no calificaba como una “transgresión grave” y por ende no evitará que la administración busque establecer lazos diplomáticos con Pyongyang.
No obstante, las pruebas generan presión para que la administración de Biden exteriorice la estrategia con la que abordará la amenaza nuclear de Corea del Norte, un problema que ha acompañado a gobiernos republicanos y demócratas en igual medida.
El vocero del Departamento de Estado, Ned Price, dijo que el Gobierno de Biden quiere desarrollar un “nuevo enfoque” para Corea del Norte, pero no ha ofrecido más detalles al respecto.
Diplomáticos estadounidenses dijeron en las últimas semanas que la estrategia diferirá tanto del enfoque del ex presidente Donald Trump de reunirse directamente con Kim Jong-un como la de Barack Obama, quien renunció a interactuar con Pyongyang hasta que mejorara su comportamiento.
Ninguna de las dos políticas logró evitar que Corea del Norte avanzara en sus sistemas de armas y reprimiera a sus propios ciudadanos mediante una combinación de vigilancia masiva, tortura y campos de prisioneros políticos condenados por grupos de derechos humanos en todo el mundo.
Con todo, el gobierno de Biden es consciente de que podría ser criticado por su ambigüedad, sobre todo en caso de que Corea del Norte retome sus provocaciones nucleares. Esas preocupaciones se volvieron más urgentes a principios de este mes, cuando la inteligencia estadounidense detectó señales de que Corea del Norte podría reanudar este tipo de pruebas.
En un intento por blindar al Gobierno de posibles críticas, fuentes en la administración de Biden revelaron a un periodista de Reuters que funcionarios estadounidenses intentaron comunicarse con Corea del Norte a través de varios canales a partir de mediados de febrero, pero no recibieron respuesta.
La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, confirmó ese intento de acercamiento durante una conferencia de prensa.
Las organizaciones de control de armas con sede en Washington, algunas de las cuales tienen una estrecha relación de trabajo con la administración Biden, temen que Corea del Norte efectivamente lleve a cabo más pruebas armamentísticas.
“Existe una necesidad urgente de volver a interactuar con Corea del Norte porque Pyongyang continúa acumulando más plutonio para armas nucleares”, dijo a The Washington Post Darryl Kimball, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas. “Cuanto antes mejor”, agregó.
Esa preocupación fue compartida por Corea del Sur, cuyo ministro de Relaciones Exteriores, Chung Eui-yong, pidió una “pronta reanudación del diálogo” entre Estados Unidos y Corea del Norte.